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Consejos para preparar una PYME para Windows 8.1

Windows 8.1 ya está aquí con las mejoras prometidas de Microsoft respecto a Windows 8, como el regreso del famoso botón de inicio o una mayor integración con cloud. Si se encuentra en una pequeña empresa y está pensando en actualizarse a Windows 8.1 desde Windows 7, o incluso desde XP, PC World en Español  ofrece algunas recomendaciones para llevar a cabo una migración sin sobresaltos.

Windows 8.1

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ya sabe que siempre puede recurrir a una empresa o un profesional, pero quizás prefiera optar por hacerlo usted mismo ahora que la tendencia del DIY (Do It Yourself) gana enteros. Lo cierto es que la instalación de un sistema operativo ya no resulta una tarea exclusiva de técnicos, pero estamos hablando de la columna vertebral de nuestra futura operativa.

Por tanto, para llevar a cabo el cambio de versión, primero tómese su tiempo y traza un plan sólido para que no tener problemas en el proceso y, con esto, nos referimos a que hay que tener en cuenta los aspectos de compatibilidad hardware-software, la seguridad y otros factores.

Compatibilidad hardware-software
Lo primero que hay que preguntarse es cuál es el estado actual del hardware que tenemos y si puede soportar la modernización. Por eso, habrá que analizar los requisitos mínimos de hardware para Windows 8.1. Comprueba que los cumpla y, a ser posible con un poco de holgura, y si no, valore si no ha llegado el momento de adquirir nuevos equipos, con Windows 8.1 preinstalado. Resultará más fácil que actualizar los ya existentes.
Aunque estemos listos para dar el salto a un nuevo sistema operativo, eso no significa que nuestras aplicaciones y periféricos también lo estén. El Centro de Compatibilidad de Windows nos permite buscar las piezas de hardware y software para determinar si nuestro equipo tiene el “certificado de compatibilidad” Windows 8.1. Si no encontramos nuestros dispositivos o aplicaciones en la lista, no debemos asustarnos, puede que nuestro hardware también funcione bien, aunque su fabricante no haya invertido tiempo y esfuerzo en certificarse. En ese caso, deberíamos ponernos en contacto con el proveedor del hardware o del software para asegurarnos de ello.

Si la actualización se lleva a cabo desde Windows 7 o Windows 8, ésta es sencilla ya que se instala Windows 8.1 sobre el sistema operativo existente y deja todos los programas y dispositivos intactos.
Sin embargo, si la actualización se realiza desde Windows Vista o Windows XP, entonces tendrás que instalar de nuevo todas las aplicaciones, por lo que será bueno cerciorarse de que dispones del software original, ya sea en CD, DVD o Con esto en mente, asegúrese de que dispone de los medios de instalación de software originales disponibles -ya sea un CD, DVD o por descarga digital- y de que tienes las claves de registro y activación.

Actualizar los parches
Si bien la instalación de Windows 8.1 supone olvidarse de los problemas de seguridad de versiones anteriores, nunca se es demasiado cauto en este tema, por lo que sería recomendable que aprovecháramos para repasar los programas y aplicaciones de terceros que estemos utilizando, y asegurarnos de que está todo bien.

Antes de la actualización, haz una copia de seguridad
Otra regla de oro es hacer una copia de seguridad del ordenador. Cualquier usuario habitual sabe que si va a cambiar el sistema principal de su máquina, debe hacer primero una copia de sus archivos y programas preferidos. Hay muchas opciones a elegir, desde la propia utilidad que ofrece Windows, hasta herramientas de terceros, como Norton Ghost de Symantec o Easeus Todo Backup. No hay excusa para iniciar esta maniobra sin red de seguridad.

Podemos crear una imagen del sistema completo que podamos restaurar si es necesario, o simplemente hacer una copia de seguridad de archivos, documentos, presentaciones y hojas de cálculo. Tendremos en mente que sólo podremos instalar nuestros archivos y volver a trabajar con normalidad, una vez que tengamos instalado el sistema operativo y todas las aplicaciones.

Es evidente que actualizar el sistema operativo siempre implica algunos problemas y que sentar las bases de una transición suave puede llevar tiempo, pero vale la pena emplearlo si así evitamos problemas posteriores.

Fuente : Tony Bradley PCWorld EE.UU.

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