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The Colour Room
 

The Colour Room, lecciones sobre el mercado y buyer person

Aunque es mucho más placentero verla como una película feminista, lo cierto es que The Colour Room es una lección de mercadeo tanto como de empoderamiento.

 

Sí: es absolutamente adorable que The Colour Room – más allá a de sus licencias creativas – esté basada en hechos y personajes históricos

Podríamos detenernos sólo en la injusticia patriarcal y los techos de cristal que son, sin duda, la trama más evidente de su línea argumental. 

Incluso alegar que, un siglo más tarde, una historia similar a la de Clarice Cliff bien puede estar ocurriendo en otra parte: en el mundo de la tecnología, en el de la cinematografía (lo dicen en TODAS las entregas de premios) o en la producción de automóviles. Y, sin duda, es asi. 

No resulta tan evidente, sin embargo, un hecho remarcanble: lo mucho que ha avanzado nuestro conocimiento del marketing y del funcionamiento del mercado. 

Especialmente en lo que se refiere a reconocer la importancia de saber a quién va dirigido nuestro producto: nuestro buyer person. 

No: no es el objetivo y, mucho menos, la intención de la película darnos una clase de mercadeo con todos los elementos de cómo pueden perderse oportunidades de negocio por un error en los canales de distribución. 

O, simplemente, por no ser capaces de identificar a quién debemos llegar. 

Sólo así podremos encontrar el cómo, el cuándo y el dónde de nuestra mezcla de mercadeo exitosa. 

Pero todo eso está en The Colour Room si usted se fija – ni siquiera – con mucha atención. 

Todo que ganar y nada que perder

Por supuesto que es más agradable en el mes de marzo trabajar a la protagonista como una heroína que logró destacar por su talento. 

Pero no somos Cosmopolitan y es demasiado importante ver las enseñanzas que The Colour Room le ofrece a empresarios, en general, y emprendedores en particular. 

No nos quedaremos en lo romántico. Sí: Clarice Cliff revolucionó toda una industria y un mercado. 

Sí, brindó oportunidades a un grupo de mujeres que, de cualquier otra forma, habrían sido despedidas e ignoradas. 

Y sí, por supuesto, se convirtió merecidamente y al mismo tiempo en un icono del feminismo al trascender, además, como una de las más grandes diseñadoras Art Deco en los años 20s y 30s. Más aún en los 60s.

Pero hablemos de negocios:

  • Logró que se reconociera a las mujeres como “consumidoras” de productos 
  • Y, por tanto, en sujetos a quienes dirigir un mensaje de venta
  • Cambió los canales de acceso y aproximación de toda una industria al redefinir su buyer person
  • Según nos indica la cinta, vendió más de 8 millones de piezas de cerámica 

Habría que añadir como anécdota el logro de que, pese a elaborar un producto disruptivo y no tradicional, logró que incluso la Reina (consorte) de Inglaterra tuviera dos de sus colecciones. 

No es poca cosa, especialmente se recordamos que todo ello se consiguió no en un momento de crecimiento económico sino, por el contrario, en el periodo de recesion de la guerra.

Errores mortales

A lo largo de toda la trama vemos las dificultades de superar a la competencia, mantener la competitividad, resguardar el prestigio de nuestra marca pero, sobre todo, la necesidad de renovarnos. De innovar. 

La película nos muestra también como el claustro es un estado mental más que un lugar y que permanecer mucho tiempo en él nos impide ver los caminos para crecer y encontrar nuevos mercados. 

Finalmente, The Colour Room nos enseña que los empresarios y emprendedores deben estar atentos a los cambios casi de época que pueden resultar casi imperceptibles. 

Esto último puede ser de vida o muerte. Identificar cómo está cambiando nuestro mercado o, peor, NO HACERLO es un error que puede llevarnos a la quiebra. Más temprano que tarde. 

Fue precisamente la inminencia de la debacle lo que hizo tan desesperada la situación que los amos y señores del la empresa se permitieron arriesgarse a los audaces planes de Cliff. 

Es un momento interesante cuando el personaje encarnado por Matthew Goode se da cuenta de que la estrategia ha captado la atención de la prensa local. 

Goode al mostrarnos en un destello de sus ojos y un (leve) gesto que cambia toda la expresión de su rostro como pasa de la preocupación al hallazgo. 

La lección de Mercadeo, entonces, no demora horas sino minutos. Y se da en medio de actuaciones memorables. 

Buena elección para iniciar la  semana. 

Elibeth Eduardo G.

Periodista apasionada por la innovación, la tecnología y la creatividad. Editora de The Standard CIO y Factory Pyme para The HAP GROUP

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