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La lección Wakaliwood en la ruta Naranja de LatAm

El boom en internet del estudio cinematográfico ugandes Wakaliwood constituyen una lección de humildad para los creadores de América Latina.

Factory Pyme | Por Elibeth Eduardo | @ely_e

En el camino para hacer de América Latina y el Caribe (ALAC) una región Naranja, entendiendo que nuestras mayores fortalezas probablemente están en la producción de contenidos intelectuales, tenemos mucho que aprender de lo hecho por Isaac Nabwana en Uganda.

Y es que este creador no se detuvo pensando en la fama o si podrían llegar sus producciones a las salas de cine. Todo lo contrario: quizás asumió que, en la industria tradicional, él no llegaría jamás. Ni obtendría ayudas o financiamiento.

Pero quería hacer cine y nació en un mundo donde hasta un ugandes de las favelas de Kampala puede usar la tecnología para producir cine de acción.

Tuvo razón, llamando la atención del mundo por sus producciones de acción ultra-violentas, por su originalidad y porque utiliza la tecnología y los canales digitales como su alfa y omega.

Ahora el barrio en e que realiza sus productores, Wakaliga, se ha transformado en un nuevo punto de la producción cinematográfica y es un caso de (éxito) estudio en las universidades europeas.

Efecto mutiplicador

En un continente como el nuestro donde una sola nación tienen dos filmes premiados con el Oscar a la mejor película extranjera, infinidad de largometrajes evaluados y/o postulados a esa categoría, así como directores que han triunfado en Hollywood, los estándares son muy altos.

Pero, como señalamos en nuestra entrega previa, la experiencia del emprendedor naranja ugandes y su Wakaliwood deja al menos CUATRO (04) lecciones para América Latina.

Ya vimos como los guiones originales e incorporar a los fans fueron dos grandes ganchos de esta experiencia que deben ser evaluados por los cineastas con bajos recursos de LatAm.

Veamos las otras dos lecciones:

  • Glocalización. El concepto no es nuevo. Pero es mas fácil decir: “piense local, actúe global” que hacerlo.

Quizás porque hace cine de acción retratando el mundo underground, Isaac Nabwana no se preocupó por locaciones elegantes: utilizó a su comunidad, sus espacios, actores y recursos como materia prima para su creación.

Pero no se quedó pensando en su localidad: al crear un canal de YouTube, Nabwana dio muestras de ser un emprendedor tanto como artista.

Él quiere que sus producciones sean apreciadas más allá de sus vecinos de Wakaliga.

Lo más feliz de esta historia es que, al usar internet como canal para difundir su producción, pudo llamar la atención de mundo y convertirse en una referencia, tanto artística cómo de emprendimiento tecnológico.

Coloca a los YouTubers frente a un nuevo reto pero, también a quienes dicen que la industria tradicional les cierra los accesos pues estos no están aprovechando los nuevos canales y mercados disponibles.

Ahora YouTube es el lugar de las promociones para ir a la página web http://watch.wakaliwood.com.

No será un éxito millonario de taquilla pero, igual tiene su propio público y va camino a convertirse en un “estudio de culto”.

  • El beneficio del ecosistema. Uno diría que en una iniciativa tan “artesanal” como la de Wakaliwood no hubo un ecosistema. Ciertamente, parece que no fue digital.

No obstante, los vecinos que le permitieron que usará sus casa como espacios (coworking). de grabación al pasar en carrera, así como los que le ayudaron a construir sus vehículos de utilería a muy bajo costo o gratis fueron sus fuentes de financiamiento. Su ecosistema de apoyo.

Hoy en día, esa misma comunidad recibe a los estudiantes que van a ver de primera mano la experiencia y se convierten en operadores turísticos: los llevan, le dan alojamiento y comida.

Quizás antes nadie cobro por ayudar a Nabwana pero hoy todos se benefician. Seguro que ya hay franelas que dicen “I love Wakaliwood” elaboradas por personas de la comunidad.

Ese efecto mutiplicador es, precisamente, el objetivo de un ecosistema y de un vertical de industria, en general.

Así que, si tiene una idea, mire a su alrededor: ¿está seguro que no hay nada que pueda aprovechar?

Y quizás la lección final que nos deja este emprendedor naranja nativo de Uganda, además de ser intrépido, es que entendió que fallar una vez no es un fracaso. Siguió produciendo y mejorando.

Es probable nunca gane un Oscar. Puede que tampoco se haga rico. Pero el quería hacer un tipo de cine y lo está haciendo.

Tal vez hasta logre vivir de eso y ha logrado mostrar la innovación a través de la tecnología para la creación cinematográfica.

Ese es el espíritu emprendedor que las regiones emergentes y pobres del mundo necesitan,

Para ver más de Wakaliwood haga clic aquí

Elibeth Eduardo G.

Periodista apasionada por la innovación, la tecnología y la creatividad. Editora de The Standard CIO y Factory Pyme para The HAP GROUP

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